martes, 23 de junio de 2009

Poder y dominio

Si hacemos un breve recorrido por la historia, podemos concluir que quienes han producido más avances tecnológicos han dominado al resto. Un ejemplo claro de esto es la llegada a América de los europeos a partir de 1492. Los conquistadores, mediante la tecnología que poseían, aniquilaron a las civilizaciones nativas y consagraron su hegemonía en el territorio americano imponiendo su cultura y su modo de vida.
Este panorama se observa aún en la actualidad en los países de América latina. El gran avance de las tecnologías en los países desarrollados ha ejercido una influencia cada vez mayor sobre los países en vías de desarrollo e impone un modelo y formas de cultura que no son propias de esos países subdesarrollados sino de la fuerza dominante o hegemónica. Aunque Argentina se haya independizado políticamente de los países europeos, aún continúa sometiéndose a la dominación cultural, a raíz de la influencia tecnológica, de estos países.
Las naciones de tercer mundo necesitan satisfacer ciertas demandas sociales, pero en muchos casos siguen para ello modelos culturales que no se adecuan a sus intereses sino a intereses globales de quienes imponen la tecnología. Sin embargo, en la mayoría de los casos la población aprueba la inserción de la tecnología en su cultura.
La publicidad refuerza el consenso ya que dirige el consumo hacia determinados productos encargados de satisfacer la necesidad. Pero esa necesidad no es propia de los países subdesarrollados sino de los países desarrollados; el producto está orientado a satisfacer esa demanda ajena por lo que los lazos de dependencia son cada vez mayores.

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